Uno de los Héroes malditos en la mitología del jazz es el trompetista
norteamericano Tony Fruscella, quien estuvo activo en Nueva York apenas unos
pocos años entre las décadas de los 40 y 50 del siglo pasado. Una vida caótica,
sumergida en el alcohol, las drogas y las relaciones autodestructivas era el
lado oscuro de un enorme genio musical.
Como bien lo ha descrito un
crítico, el camino de Fruscella transcurría entre el Bop de Dizzy Gillespie y el Cool
de Miles Davis. Tras dejar apenas un puñado de grabaciones que se editaron años
después de su fallecimiento, Tony Fruscella se desvaneció de mundo musical y su
muerte, acaecida en 1969 apenas si despertó interés en un par de estudiosos del
género.
Hoy rescatamos algunas de estas
grabaciones, realizadas a mediados de los años cincuenta, donde se vislumbra a
un artista total que en muy poco tiempo sería consumido por sus propios
demonios.
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