jueves, 15 de diciembre de 2016

ESOS FLACOS ARROGANTES



1994 fue un año convulso en México. El 1 de enero hizo su aparición pública el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. En marzo asesinaron a Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial y más tarde a José Francisco Ruiz Massieu. La economía comenzaba a tambalearse, hasta caer estrepitosamente en el eufemísticamente llamado "error de diciembre". Un año desastroso en lo político y económico, pero sin duda también cargado de buenas historias personales.

En 1994 Gonzalo Santiago y yo éramos dos muchachitos descarados que deseaban componer al mundo desde el periodismo y la poesía. Nos sentábamos en torno a la mesa de una cantina y divagábamos hasta bien entrada la madrugada. Nuestra sed era de palabras que irradian, que contaminan y que queman, y queríamos compartir esa fiebre con alguien más.

Así se nos ocurrió, en una noche de borrachera y lecturas abrir un "bar fantasma" que cobijara nuestra locura ordinaria. "El bar tendría que ser radiofónico -pensamos- para que la ciudad se inunde de voces y revolución".

Y así, con la inconsciencia de nuestros 20 años nos apersonamos en las oficinas de Radio Universidad de Oaxaca, donde nos recibió su director, el maestro Raymundo Villalobos. Francamente no recuerdo lo que le dijimos pero no me cuesta trabajo recrear la escena. Ahí estábamos, pidiendo un programa sin llevar un proyecto, ni siquiera algunas ideas garabateadas en un papel. Sin embargo, milagrosamente y después de pedirnos el consabido proyecto don Raymundo nos abrió las puertas de la radio.

El bar fantasma, que se transmitió por diez años cada miércoles en vivo de doce de la noche a una de la madrugada fue mi gran escuela; me permitió descubrir las infinitas posibilidades de la radio, a la vez que la infinita hondura de mi ignorancia. No me explico qué vio Raymundo Villalobos en esos flacos arrogantes que una mañana, desvelados, altaneros y urgentes de vida se apersonaron en su oficina para pedir una oportunidad frente al micrófono.

Hoy que nos ha dejado de este plano existencial quiero recordar con cariño a mi querido amigo y maestro, a quien le debo nada menos que la oportunidad que definió mi vocación radiofónica. Y lo recordaré con la música de Betsy Pecanins, que con sus discos y su voz llena de nocturnidad fue una asidua en el playlist del Bar fantasma. 

Gracias don Ray por su confianza, gracias Betsy por abrir la víscera cardiaca con tu blues. Hoy abrirá el bar fantasma por única ocasión en este sexto continente.

Salud y buen viaje.





Conversando con don Raymundo Villalobos en su casa. Octubre de 2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario